lunes, 3 de junio de 2013

Introducción de Bajo una Extraña Nevada (por Ignacio Molina)



En el lenguaje poético, a diferencia de lo que sucede en el narrativo, forma y sentido se confunden hasta transformarse en una misma cosa. En ese aspecto, la poesía guarda similitudes con la música. ¿Cómo contar una melodía y las sensaciones que provoca? Y del mismo modo, ¿cómo explicar un poema, o el destello luminoso que genera su lectura, sin rebajarlo al lenguaje común y corriente? Las piezas de Bajo una extraña nevada, este poemario de Mauro Quesada, hacen que tenga que vérmelas, felizmente, con esa dificultad: cualquier análisis que intente sobre ellos no estará a la altura de lo que despiertan. Breves, concisos y sin títulos, estos treinta poemas, elaborados con palabras y tonos simples, rondan con profundidad la nostalgia, los límites siempre difusos entre el cariño, el odio y el amor, y, sobre todo, los rumores de lo que ya fue o no alcanzó a ser del todo. Cuando llega la madrugada y parece que nada pasó, o cuando todo lo que pasó durante la noche ya resulta lejano, o cuando da la impresión de que el principio de algo es en realidad el comienzo de un fin, o cuando dos jóvenes amantes se despiden junto a una parada de colectivos del barrio de Flores como si estuvieran en París; en esos momentos -por mencionar sólo algunos- nacen estos poemas que luego caen sobre el lector trayendo ecos y resonancias de nostalgia y felicidad, que caen como copos blancos desde el rumor del pasado o las incertidumbres del futuro, como una extraña nevada.


Ignacio Molina